domingo, abril 10, 2005

Buscando a Lawrence.

La anécdota más interesante que escuché con respecto a Belle And Sebastian cuenta que su líder, Stuart Murdoch, se dedicó durante una temporada (previamente a formar B&S) a buscar a Lawrence Hayward por todo Londres con las intenciones de confesarle su admiración absoluta. La leyenda cuenta que finalmente la búsqueda resulto infructuosa y tuvo que retornar a su Glasgow natal con las manos vacías.

Esta pequeña historia podría ser calificada como una pieza de folklore perteneciente a Belle And Sebastian, unirla a la leyenda de este grupo y abandonarla ahí, etiquetarla como la obsesión de Murdoch por un ídolo de su adolescencia, pero hay una pieza opaca dentro de la anécdota que se resiste a que la descartemos tan rápidamente, hay un elemento que nos llama a investigar mas a fondo, que nos grita que existe una historia subterránea que debe ser develada: ¿Quien es Lawrence Hayward?, o, mas apropiadamente, ¿quien es Lawrence?.

Lawrence es el alma mater y el cerebro detrás de Felt, Denim y Go Kart Mozart. Pertenece a una raza de excéntricos musicales que no llegan a ser famosos pese a si mismos, a un grupo de músicos demasiado idiosincrásicos, demasiado cerebrales, demasiado excéntricos para su propio bien. Si me piden filiaciones diría que es un primo de Robyn Hitchcock sin la imaginería delirante, un heredero de Ray Davies sin ser tan marcadamente ingles en sus temas, un precursor de gente tan diversa como el mismo Stuart Murdoch o Luke Haines.
Lawrence es un personaje extraño por la propia convicción de su estrellato, por la férrea decisión que exhibe en todos sus proyectos musicales. Otras anécdotas comentan que echó al primer baterista de Felt por tener rulos y negarse a cortar el cabello, que edito un disco de Felt en el cual su única colaboración consistió en ponerle nombres a los temas y que cuando Denim participo en el Glastonbury (o algún otro festival ingles, no recuerdo exactamente) se presento reclamando un camerino para el solo diciendo “Pensé que aquí tenían un tratamiento especial para las verdaderas estrellas”. Un personaje de estas características no puede menos que emocionarnos.
Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿porque Lawrence no es la superestrella que deberia ser?.



Felt tenia todas las cartas para ser la gran salvación blanca del pop que terminaron encarnando los Smiths: letras intelectuales y poéticas, canciones pop perfectas, melodías emotivas y un frontman intelectual, pero algo falló en el medio que llevó a que nunca pasen de ser un secreto susurrado en un pequeño pero fiel grupo de fanáticos. Mas allá de los problemas con las disqueras y la falta de promoción que los plagó desde el inicio, su debilidad procedía del mismo lugar que su fortaleza: de la firme convicción de Lawrence (porque Lawrence ES Felt, a pesar de la importante contribución de gente como Maurice Debank y Martin Duffy) de su inminente fama. La música de Felt es el lugar de la afirmación, de la marca personal sin titubeos; la misma idea detrás del grupo lo demuestra: editar 10 discos y 10 singles en 10 años y luego separarse.
Frente a la música, las letras, la imagen personal de los Smiths y Morrissey, que es el lugar de la ambigüedad, de la indefinición, mezclada con temas de encanto universal (el desamor, la timidez, el rechazo, el sentirse especial y fuera de lugar todo el tiempo y al mismo tiempo) la música y las letras de Felt hablan de una persona con una fuerte personalidad y convicción. El lugar del enunciador en el que se para Morrissey es el lugar del diletante, del indeciso, del despreciado. Es este lugar, acompañado con una imagen publica cuidadosamente construida de ambigüedad sexual y emocional lo que despierta la adhesión y el endiosamiento tan “sentimental”, tan “amoroso” en sus fanáticos. Lawrence es lo opuesto: esta seguro de lo que quiere, esta seguro de su vida y de sus canciones y lo que Morrissey presenta como emocionalidad Lawrence lo reemplaza con intelectualidad.
Lawrence canta cosas como “No voy a creerlo hasta que sea mío/ hasta que sea mío / todo mío/ si, mío” (The World Is As Soft As Lace) o “lees “A Season In Hell” pero no sabes de que se trata” (Sunlight Bathes The Golden Glow) o incluso “y todas esas canciones/ como Crystal Ball/ Dismantled King/ sabes que las amo a todas/ pero oh, todavía tengo ganas de rendirme” (Ballad Of The Band). Morrissey es un amante, un objeto de deseo inasible, un histérico, en definitiva. Lawrence es un obsesivo, un neurótico. Se obsesiona con la fama, con las mujeres, con si mismo.

Y esta obsesión de Lawrence se traslada a su mundo lírico: es un mundo herméticamente cerrado. Son abundantes las referencias a canciones anteriores de la banda en las letras; hay un meta comentario con respecto a su propia carrera que se hace presente en canciones como “Ballad Of The Band” o “Declaration”. Lawrence se cita a si mismo, construye canciones que son comentarios de otras canciones, por momentos pareciera que el único mundo en el que existe es el mundo de Felt, de sus discos y de sus letras al que retorna y refiere constantemente.



Sin embargo, a pesar de todos sus intentos, Felt nunca fue un grupo exitoso. Publicaron sus 10 discos, sus 10 singles y se disolvieron sin mayor estruendo. Recién ahora, con la reedición de todos sus discos remasterizados y con la tarea dedicada de sus “fanaticos famosos” como Stuart Murdoch, están adquiriendo un status de banda de culto, quizás fundamental para la discoteca. Pero Felt siempre va a ser un diamante opaco, un grupo con el que la identificación emocional cuesta, justamente por vivir en su propio mundo, un mundo en el que probablemente eran el grupo mas famoso y Lawrence una estrella mundial.

En este hermetismo voluntario, en esta ambición monotemática, en la persecución obstinada de una meta imposible y su reflejo en el fracaso es donde reside el encanto de Felt. Probablemente a Lawrence le hubiese gustado recibir los elogios de Murdoch, pero en el marco de su historia, es mucho más apropiado que nunca se hayan conocido.