Nominalmente aun estamos en invierno, debería estar haciendo frío, deberían dormir con una o dos colchas y tomar chocolate caliente, salir a la calle de bufanda. Creo que no hay sensación que me guste mas que la de salir uno de esos días y volver con la nariz y las orejas heladas. Pero en realidad parece primavera.
Calor. ¿Ya tengo que guardar los buzos y salir de remera?. San Miguel de Tucumán, bastión de avanzada de la tropicalia.
Lo único que tuvo de invernal este tiempo fueron las vacaciones, que si dieron para el frío y el acurrucamiento domiciliario. Por eso también este blog estuvo desenchufado tanto tiempo. Y yo tampoco estoy con el suficiente tiempo para escribir.
Quizás por eso, por el sentimiento de responsabilidad. O quizás con ánimos primaverales anticipados (aquí están floreciendo los primeros lapachos y los naranjos, las platabandas de las avenidas están llenas de color y cuando uno camina por la calle siente el olor entre dulce y ácido de las flores de naranjo, el cual al principio pensaba que era un perfume que se había puesto de moda. Creo que es la única época en que se puede decir que Tucumán esta lindo). En fin, 3 discos felices, divertidos, alegres, para escuchar tomando la merienda en el patio de la casa. Y que tenía ganas de subir hace un tiempo pero no sabía en el marco de que.
Porque creo de corazón que hay que escuchar música feliz para que los días pasen más rápido.
Jeff Lynne – Armchair Theatre: Jeff Lynne es uno de los tipos mas injustamente menospreciados de la música pop. Un pequeño geniecillo que estuvo en The Move (aunque ahí el líder era Roy Wood) y luego fue y armó la Electric Light Orchestra, quizás una de las bandas que mejor se apropiaba de ese sonido que luego seria definido como “beatlesco”.
Y es una lastima, porque aquí a los ELO se los conoce por ese hitazo con aires disco que es “Last Train To London”, cita obligada de muchos casamientos y fiestas de quince, pero eran tanto mas. Yo aguardo esperanzado el dia que se haga justicia y, como paso con Abba, se los termine de reconocer como los geniales artesanos pop que son.
Pero luego de eso, Lynne hizo otras cosas, tocó mucho con George Harrison, armó los Travellin Wilburys, y sacó este disco
Este es uno de esos discos sin ningún tipo de pretensiones, solo unas cuantas muy buenas canciones tocadas por un grupo de amigos sin intenciones de innovar nada. Grandes ganchos, muchas cuerdas, coros pegajosisimos, Harrison poniéndole guitarra a un par de canciones, temas beatlescos, temas roy orbisonescos, canciones de rockola de los años 50 o de escena espantosa de David Lynch. Una cosa preciosa que mi padre se compro por 5 pesos en alguna disquería de por acá y que cuando no pude resistir cuando escuche por primera vez.
Además, Lynne quizás sea uno de los últimos de esa estirpe capaz de escribir canciones de amor directas y simples sin que eso quiera decir que sean simplistas. Hay algo extraordinariamente puro en la manera en que Lynne canta y en las composiciones y que me levanta el ánimo de manera instantánea.
They Might Be Giants – No!: They Might Be Giants, me temo mucho, van a volverse en cualquier momento una de mis bandas favoritas.
Tienen todo para serlo: son increíblemente prolíficos, cultivan la canción minúscula, casi como un microrrelato, utilizan instrumentos e incorporan ritmos muy particulares, tienen una veta absurdista e intelectual…
Siempre parecieron una banda para niños, por sus letras, por sus personajes, por su imaginario (Hombre Partícula, la cultura joven mato a mi perro, Ana Ng, el pueblo de vacas que vive bajo el mar, la lluvia de lápices!). Y finalmente en el 2004 decidieron confirmar de una buena vez lo que todos sospechaban y/o inferían y sacar un disco de canciones apuntado directamente para los mas chicos.
Lo hermoso de They Might Be Giants en este disco (y de toda creación para chicos que sobrevive) es la manera en que se ponen de su lado. En este disco hay algunas de las canciones mas hermosas que escuche en mucho tiempo, son pequeñas viñetas que utilizan un imaginario absolutamente infantil pero con el que uno se identifica, no porque quiera ser niño de nuevo, sino porque es como una pequeña ventana hacia un mundo mas divertido, con menos responsabilidades, menos angustioso y donde ese potencial ilimitado para el surrealismo que uno tiene de pendejo esta presente todo el tiempo.
Los dos John lograron conservar eso y me encantaría que me digan como lo hicieron.
The Yummy Fur – Sexy World: por favor escuchen The Yummy Fur. Si es necesario, bajense este disco, no los otros.
Exquisito caso del underdogs, que funcionan con la lógica de “somos demasiado estúpidos/geniales/inteligentes/absurdos/ridículos para ni siquiera pegarla entre el indie”.
No se de donde sacan los escoceses su capacidad musical, pero el hecho de que de ese terrón de tierra diminuto hayan salido tantas cosas increíbles, tantos grupos significativos, tantas canciones que tengo pegado en la memoria como chicle, me sorprende siempre.
The Yummy Fur eran una rara avis incluso para el momento en que aparecieron, alrededor del 94 – 95. Una banda que hacia una suerte de pop con letras que no querían decir demasiado o que tenían referencias obscuras, que al principio hacían todas canciones de un minuto o menos, que sonaban a una cruza de The Fall con Devo. Para este disco (el ultimo) ya habían pulido muchas de las asperezas de los primeros y habían logrado esa cohesión y ese sonido personal que muchas bandas no llegan a desarrollar nunca. Luego se separarían. Y su baterista pasaría a formar parte de una banda nueva que se llamaba Franz Ferdinand. Pero esa es otra historia.
Lo que aquí importa es este disco, que no me canso de escuchar nunca y que casi ni se consigue en el slsk. Por favor, bajenselo. ¿Como decirle que no a un hit que contiene la frase “Why is Throbbing Gristle considered inappropiate in discos?”?