sábado, noviembre 25, 2006

Yo Estoy Vivo y Todos Ustedes Estan Muertos!

Esto es hermoso pero no se porque no lo postee antes: resulta que en Diciembre del 2005 un tipo que se llama David Hanson y que se especializa en robótica se subió a un vuelo de America West para ir a realizar una demostración de su último robot en las oficinas centrales de Google en Silicon Valley. El problema fue que el buen David se olvidó la cabeza de su robot en el avión cuando bajó a hacer un trasbordo. Cuando realizó la denuncia (luego de terminado su trasbordo, luego de terminado su vuelo, en San Francisco, cuna de la psicodelia), le informaron que la cabeza estaba en Las Vegas y sería enviada en el próximo avión a San Francisco. Los aviones levantaron vuelo, cortando las nubes de manera perpendicular, pero cuando llegaron a su destino, la cabeza no estaba con ellos. Con lo cual tenemos una cabeza androide, recubierta de un plástico que ha patentado el buen doctor y llama “frubber”, aparentemente muy real, perdida y sin hogar. Desaparecida. Sin ninguna explicación convincente de que es lo que sucedió. Por si esto fuera poco, los androides de Hanson imitan la vida con pericia y tienen la capacidad de sostener conversaciones breves imitando la personalidad sobre la cual fueron modelados. Como si esto no fuera poco, tienen una amplia variedad de gestos.



Esto ya sería suficiente para escribir una historia de ciencia ficción maravillosa, pero todo se vuelve más perfecto cuando sabemos de quien es la cabeza que se encuentra perdida: de Philip K. Dick. El primer androide del doctor Hanson fue una reproducción de Einstein y, luego, para su segundo esfuerzo, se decidió por el gran Philip, a quien le asigna parte de la responsabilidad por su carrera de científico (aparentemente descubrió su vocación mientras leía “Valis”).
Es magnífico: como una serpiente que se muerde a si misma, la fascinación de Dick por la robótica, las realidades falsas, las copias y aquel axioma paranoico de “NADA es lo que parece!” se continua después de su muerte y marca, como un corte geológico, su influencia a lo largo del tiempo. Como una maravillosa profecía auto cumplida que nos advierte lo que a fin de cuentas ya sabíamos y que es que “Dick tenia razón”. Y si hace falta que su divina cabeza vuelva como advertencia de sus profecías, como avatar del futuro que predicó, que así sea!. Lo cual nos confirma que la vida es mas extraña que la ficción, que vivimos en tiempos interesantes, o, como afirmaría Elijah Snow que “es un mundo extraño, mantengámoslo de esa manera”.



(Addenda: y unos españoles preclaros organizan un concurso de cuentos alrededor de la premisa, “¿que le pasó a la cabeza de Dick?”).