Últimamente, como siempre, vengo acumulando grandes cantidades de comics en mi disco duro. Lo interesante, quizás, es que me he corrido un poco hacia el terreno de la novela grafica auto conclusiva, alejada de los tradicionales hombres en calzas, y que, por otro lado, que estoy mas cosmopolita que nunca, leyendo a gente de Canadá, Francia, Noruega, Estados Unidos, España, etc.
Y como en la última semana me había encontrado con una selección particularmente fuerte y de una calidad superlativa, pensé que lo mejor que podía hacer era escribir algo sobre ellas y compartirlas con cualquiera que lea este blog. Así que aquí están, 10 novelas gráficas totalmente alucinantes que les haría bien leer, al menos para comprobar que las capacidades del comic son ilimitadas.
Si, bueno, no hay nada de Japón. Sue me.
(Pd: como siempre, todo se lee con el CDisplay).
Hey, Wait... . Jason.
Jason es un dibujante noruego, conocido por su estilo de dibujo claro, reminiscente a la línea clara de Hergé, pero quizás más cartoony y cuadrado. Sus personajes son siempre perros, conejos, pájaros antropomórficos que, como suele ser en este caso, son humanos disfrazados. En general, la manera en que cuenta sus historias es bastante despojada, incluso llegando a prescindir completamente de los diálogos y apoyándose mucho en las elipsis, los grandes bloques de blanco y negro, la sugestión.
Esta es la primera novela grafica que publicó Fantagraphics en inglés y trata sobre dos amigos de la infancia y lo que sucede cuando uno de ellos crece. Es hermosamente triste y tiene unos trazos de realismo mágico perfectamente dosificado que le confieren a la historia un aire irreal, al mismo tiempo que los sentimientos y eventos que describe están firmemente plantados en la realidad. Esto de alguna manera es lo que lo salva de ser otra historieta de dibujantes indies depresivos. Jason nunca te fuerza la tristeza o la angustia por tu cuello, sino que te la transmite con sobriedad y gracia. Por eso es tan bello y por eso uno sale de leer esto sintiéndose melancólico pero “elevado”. Como ver una muerte especialmente hermosa y pacifica, quizás.
Diario de Nueva York . Julie Doucet.
Julie Doucet es una dibujante canadiense que forma parte de la troupe de Drawn And Quaterly (como Chester Brown, Seth y James Sturm) y tiene esa veta autobiográfica tan común entre los dibujantes indie. Esta historieta es, como el titulo lo describe, un diario en forma de comic de sus días en Nueva York. Doucet se va buscando el amor y termina escapándose de eso mismo.
Se que sonara estúpido, pero me sorprendieron dos cosas de la novela gráfica: por un lado la honestidad con la que Doucet describe su vida en Nueva York, drogas incluidas (creo que nunca había visto una historia autobiográfica de la nueva generación con tanta droga, considerada como una parte normal de la vida, lo cual me recuerda un tanto a los comix underground de los 60) y la sensación lentamente opresiva que va permeando la historia a medida que el novio de Doucet se va convirtiendo en un ser cada vez mas desesperado e insoportable. Por otro lado, el tono caricaturesco del dibujo lo ata todo aun más a los comix sesentosos: cucarachas, enormes cantidades de objetos tirados en el piso, basura, discos, juguetes, libros. Todo parece una continua acumulación de detalles, que jamás se vuelven obtrusivos porque funcionan como elementos del fondo de un dibujo animado, algo para darle color. Y también como una escenificación de lo precario de su vida.
Además, en este tomo esta incluida la historia de cómo nuestra autora perdió la virginidad y es muy rara y border, hasta impulsiva, pero contada con una naturalidad asombrosa, sin ninguna de las neurosis que rodean al tema para los hombres. Ah, que hermosa es la perspectiva femenina.
Non, Non, Non . Lewis Trondheim
El muchacho Trondheim es uno de los capos de L’Association, un grupo de historietistas franceses que se consideran a si mismos “la vanguardia” del comic galo. Dentro de esos muchachos iconoclastas (que ya no lo son tanto, si consideramos que L’Association se formó en el 90 y hoy están bastante aceptados, hasta el punto de que Trondheim recibió este año el Grand Prix de la ville d'Angoulême, en el festival del mismo nombre, el mas prestigioso de Europa) podemos encontrar a gente del talle de David B., Sfar o Manu Larcenet.
Trondheim, por otro lado, es una bestia, trabaja a destajo y produce muchísimos álbumes cada año, desde su serie Lapinot (las historias de un conejo antropomorfo y sus amigos) hasta historias autobiográficas, pasando por su trabajo en “La Mazmorra” con Sfar, Larcenet y otros secuaces de L’Association. En el 2004 decidió que se iba a “retirar”, lo cual en realidad significaba producir menos comics por año pero aun con un promedio bastante elevado para sus pares.
Este es uno de esos álbumes que parecen escritos y producidos casi como un “after thought”, como un descarte, durante una noche. 22 paginitas mudas que cuentan la historia de un hombre al que no lo dejan decir no y las consecuencias que eso produce en su vida. Pero es fabulosa la manera en que Trondheim (que es un capo en los comics mudos, como “La Mouche” atestigua) condensa y comunica con unos pocos trazos y un gran manejo de la plasticidad y las expresiones toda una gama de sensaciones y una historia graciosísima y ridícula. Recomendadísimo para las siestas de sábado aburridas.
Rogan Gosh . Peter Milligan y Brendan McCarthy.
De los muchos (y muy talentosos) colaboradores de Peter Milligan, sin duda Brendan McCarthy ha sido el mejor. McCarthy es tan grande que tuvo que dejar los comics para poder dedicarse a delirar con el apoyo de estudios de Hollywood. Como si su laburo en Paradax o Strange Days no fuese suficiente, encima es el co-creador de Danny The Street (junto con Grant Morrison). Hace poquito retornó a los comics para dibujar el ultimo número de “Solo”, la serie de DC, que recomiendo enormemente.
Y esta graphic novel es, probablemente, lo mejor que hicieron juntos. Un protagonista cuyo nombre es tomado de un plato hindú, opio, Rudyard Kipling, referencias a la religión hindú, karmanautas, chabones que organizan raves y se suicidan y una historia caleidoscópica, repleta de capas y subtextos que se desarrollan al mismo tiempo, conforman los principales ingredientes. Un delirio fabuloso, en el cual, como en las mejores obras, se nota que los autores se la estaban pasando bomba mientras lo escribían y dibujaban.
Es como un hermanito menor de Flex Mentallo (en la manera en que esta narrada, no en los temas, que son bastante diferentes) y debería ser venerada y puesta al lado de lo mejor de Moore. Al igual que Enigma. O Shade The Changing Man. Pero Milligan es un poco como el Kinks de los comics: el increíblemente talentoso escritor que permanece en las sombras y produce su mejor trabajo ahí, y probablemente sea descubierto y canonizado dentro de 20 años.
St. Swithins Day . Grant Morrison y Paul Grist
Siempre que leo St. Swithins Day pienso en que es el comic que comprime de manera perfecta lo que fueron los Smiths en los 80 y, en manera mas general, lo que fue gran parte del pop inglés de los 80. En este comic estan Orange Juice, Jesus And Mary Chain, The Pastels, toda la movida C-86, The Housemartins y hasta Madness. O sea, encapsulado en unas 25 páginas, toda la sensación de una época, justo antes de que llegase Madchester, el acid house, se fuese Tatcher y todo pareciese más divertido y alegre en las islas.
Como en las letras de Morrissey, el protagonista es un joven depresivo casi hasta el punto del autismo, un tipo inteligente pero paralizado por su propia inteligencia y sensibilidad, un chico cuasi indie que se propone hacer algo muy sencillo: dispararle a Margaret Tatcher. Pero lo lindo es que, a diferencia de tantos jóvenes angustiados que leen a Morrissey como si fuese Dios y nunca logran escapar a los cantos de sirena de la depresión adolescente presente en sus letras, este tiene su catarsis, su fin y su final feliz. Además lo dibuja Paul Grist, hermoso, como siempre, sencillo, sutil y pop.
Arzach . Moebius
En los 80 Jean Giraud ya era Moebius y todos se caían de culo frente a él. Lo más terrible era que los trabajos más innovadores del género todavía se encontraban por delante suyo.
A principios de los 80 comienza “El Incal” con el loco Jodorowsky, larga también con “El Garaje Hermético” y, por último, arranca a dibujar unas historias abstractas, mudas, rarísimas, con un protagonista que se llama Arzach y cabalga una especie de pterodactilo gordo en medio de una paisaje surreal. Con el paso del tiempo, estas historias serian consideradas como de las más innovadoras y expresivas del autor francés y se llegarían a publicar en todos lados y a compilar en un álbum. De vez en cuando Moebius aun despunta el vicio y se escribe algo sobre este personaje.
Sobre las historias, no hay mucho más que decir que lo que se dijo arriba. Son bellísimas, están contadas con una capacidad narrativa increíble y anda a saber que ejemplifican específicamente. Para mi lo mejor es leerlas como quien recuerda un sueño y asombrarse que haya historietistas que puedan hacer estas cosas. Y después dicen que el comic no es un arte.
(P.D.: el álbum es el original francés, la mayoría de las historias son mudas, pero hay una al principio y otra al final que no. Por lo tanto, el que sepa francés disfrutara más de lo que yo lo hice).
El Último Recreo . Carlos Trillo y Horacio Altuna
Nunca antes había hablado de un comic argentino, creo. Y es porque en general no los leo, porque la canonización de Oesterheld me tiene las pelotas llenas y porque creo que algunos de los mejores historietistas que produjo la argentina se quedaron sin lugar donde publicar en la última década. Por ejemplo: ¿porque mierda no hay un buen libro del Niño Rodríguez?. ¿Que pasa que Lucas Varela no es considerado DIOS?. En fin.
Dentro del pequeño mundo del comic argento que conozco y me agrada, el guionista que siempre me pareció el mejor, por su capacidad para contar buenas historias sin recaer en simbolismos obvios y baratos, fue Carlos Trillo. Desde que me encontré Cybersix en las páginas de Comiqueando que me parece uno de los mejores (si no el mejor) narrador argentino. Y hace poquito tuve la fortuna de que caiga en mis manos esta historieta, bellamente dibujada por Altuna (antes de que se dedicase a pajearse con sus chicas solamente) y que tenía ganas de leer hace mucho. La premisa es sumamente sencilla: en la última de las guerras se tira una bomba llamada “Sexbomb” y mata a todos aquellos que han alcanzado la madurez sexual. Entonces, los únicos que quedan son los niños.
A partir de aquí Trillo y Altuna desarrollan un mundo en el cual la premisa “los niños son crueles” se cumple a rajatabla. Antes que caer en un utopismo desesperado, lo que te muestran es como, en definitiva, toda la basura de los adultos ya esta en los niños. Y lo contrario también: como, en medio de los despojos y la destrucción, todavía hay esperanza. Lo más inteligente del planteo es la manera en que Trillo enfatiza, a contramano con la filosofía imperante, que lo que quieren los personajes es crecer, dejar de ser niños, llegar a ocupar un mundo adulto.
En esta época de infantilismo desesperado, eso no es poca cosa.
Eightball 23: “The Death Ray” . Daniel Clowes
O “y llegó el día en que Daniel Clowes hizo superhéroes”. Y después de este numero único, no tuvo que hacer nada más, porque en típica tradición cloweiana, ya había dicho todo lo que había que decir sobre el género, de una manera diferente y genial.
Básicamente es eso, que pasaría si un “superhéroe” viviese en el mundo real. A diferencia de todos los intentos “grim ‘n’ gritty” de los 80, en los que lo que se intentaba era inyectar elementos del mundo exterior a un genero que no se intentaba renovar, lo que Clowes hace acá es dar vuelta los términos del intercambio e insertar uno o dos elementos fantásticos dentro de una realidad férrea y absoluta. Y, como era de esperarse, nada sale como debiera salir, todo tiene un regusto amargo y cínico y nos damos cuenta de que quizás los superhéroes no sean una tan buena idea. O sea: todo lo que Gary Groth viene gritando hace 25 años, Clowes lo resuelve mostrando. Que genio que es, la puta que lo parió.
Bardín Baila Con La Más Fea . Max Et Al
Max es lo más cercano que tienen los españoles a un pope del comic independiente. Un tipo que estuvo entre los fundadores de “El Víbora”, que publicó el personaje punk por antonomasia (“Peter Pank”), que se dedicó al comic autobiográfico antes que se ponga de moda, que publicó de manera independiente una antología (“Nosotros Somos Los Muertos”) con lo mejor del indy mundial y que hoy por hoy es una figura señera dentro de los comics españoles y en Estados Unidos es publicado por Fantagraphics.
Con el paso de los años su producción historietística menguó bastante, ya que le comenzó a dar más importancia a su trabajo como ilustrador, pero en el 2000 concibió a Bardín, este personaje rarísimo. Un tipo normal al que El Perro Andaluz (el personaje en el que se inspiró la película) le concede los poderes que le robo a Buñuel y a Dalí luego de pelearse con ellos (de Buñuel solo unos cuantos, pero a Dalí le robó todos). A partir de ahí, Max se divierte con la cosmogonía, el surrealismo, la metafísica, la teología chanta y otras cosas complicadas que uno nunca se hubiese imaginado que serían tan divertidas. Sacó dos números de este particular proyecto, que este año fueron recopilados por Fantagraphics en un solo tomo. Este es el segundo, una especie de super extravaganza artística, dibujado por miles de amigotes de Max (como 100, uno por viñeta) donde Bardín desafía a la Muerte y baila con ella. Precioso, poético e ilustrado de la reputísima madre. O del reputísimo coño, quizás.
Manhunter . Archie Goodwin y Walt Simonson
Porque me puedo hacer muy el raro, pero en el fondo mi primer amor son los superhéroes. Estas historietas de Manhunter, publicadas originalmente en Detective Comics #437 - #443 como backups, han llegado a ser consideradas clásicos absolutos del género y con justa razón. Lo interesante es como Goodwin y Simonson transforman un personaje entre miles, un cypher de la Golden Age, en alguien que se asemeja más a una cruza entre el Corto Maltés (por la aventura) y James Bond (por la tecnología y los villanos rocambolescos). O sea: esto de superhéroe, en realidad, tiene bastante poco. Quizás solo los trajes. Es mucho más parecido a un comic de aventuras de alto octanaje y velocidad, divertidísimo, violento, con un Simonson en estado de gracia y un Goodwin haciendo lo que mejor hacía: contar historias sólidas, con personajes redondeados y acción sin parar. No es casualidad que este sea un tipo que se crió leyendo comics de la E.C. y que siempre quiso reproducirlos (como cuenta en su entrevista en el libro del Comics Journal, pero se viene un post dedicado a ello).
Anyway, un clásico del genero, pero que casi no es del genero, un contrabando hermoso de parte de estos dos locos, tipos que aman (amaba, en el caso de Goodwin) al comic como pocos, de esos que hacen falta unos cuantos mas, y un perfecto cierre.