domingo, noviembre 02, 2003

Never Get Old

En los últimos días estuve escuchando mucha música hecha por esa rara estirpe de artistas que cuentan con la cruz de venir de una banda exitosa e influyente.
Desde los muchos discos de Morrissey que conseguí, pasando por el nuevo y póstumo de Joe Strummer y sus Mescaleros ("Streetcore") hasta un par de discos de Cale ("Music For A New Society", "Fear").
Todo esto me puso a pensar en la actitud de cierto público, de cierta crítica de rock que piensa que lo mejor que hicieron estos artistas fue lo primero, lo original, lo primigenio. Esa misma crítica que tiende a considerar lo "crudo" como un valor intrínseco en la música y que califica a los Strokes y el retro rock como lo mejor que le paso a la música en los ultimos años.
Por ejemplo: que AllMusicGuide defina "Streetcore" como "el mejor trabajo que hizo desde London Calling" al cual nombran como 5 veces durante toda la review, como si fuera lo unico que hizo , y ponerle 5 estrellas (solo por su muerte), y a los anteriores solo 3, cuando el sonido es exactamente el mismo que venía desarrollando desde su primer disco con los Mescaleros, pura y exclusivamente su fanatismo y amor hacia las "musicas del mundo" y la manera de integrarlas en su mundo de ingles clase media. La integración desde el centro hacia la periferia, que ya se veia en "Sandinista" (otro disco subestimado horrores, cuando es quizás mejor que London Calling).
O lo que hace que grandes porciones de la crítica salude y alabe lo último de Bowie, cuando en realidad se esta comiendo a si mismo, perdió lo que lo hacia unico en los 70, la originalidad, la capacidad de sorprender con cada nuevo disco.
Es casi como si no se les permitiese a los artistas envejecer, hacer lo que quieran, como si se les reprochara, cual novia resentida, que hayan abandonado a su banda original, cuando todavía tenian tanto para dar.
En una industria en la que se privilegia la repetición yo agradezco que todavía haya gente como Strummer, Morrissey o Cale que hacen lo que quieren, que no corren detras del reconocimiento o, como mejor lo dice Cale en la nota de Radar de hoy:

“Con los años he aprendido que no tiene el menor sentido intentar satisfacer el gusto popular, porque no existe. Es una mentira. El gusto popular cambia sin parar, es imposible diagnosticarlo o decodificarlo; y cuando lo consigues, ya ha cambiado. Es como uno de esos virus para los que no hay cura. Muta constantemente. Así que lo mejor, lo más sabio, es dedicarse a lo que a uno le gusta, a lo que me gusta a mí”.