domingo, enero 25, 2004

And what a strange week this has been....si, una de esas semanas jalonadas de crisis, justo cuando parecía que salía de una, entraba en una distinta. Ha sido una semana de regeneración y, extrañamente, la música que estuve escuchando pareció reflejar este animo fluctuante.

Lado A: durante la primera mitad de la semana, el momento de la crisis y la depresión, me encontré con el último disco de Graham Coxon: "The Kiss Of Morning". Todos sabemos ya como es Graham: alcoholico, depresivo, obsesionado con el low fi, además, lo acababan de hechar (o el se había ido???, como fue el asunto?) de Blur y tenía sus razones para entristecerse.
Entonces va y saca este disco, en el que se nota a la perfección su increible estilo "guitarristico" entre enclenque y preciso, entre sucio y distinguido. El disco suena como una cruza entre el low fi que le gusta tanto (y que dominó el quinto disco de Blur) y el blues y el country. No hace falta decir que el tono oscila entre atormentado y abandonado, un tipo que perdió a su banda de 10 años pero que ya no le importa nada.
En algunos momentos peca, quizas, de un apego demasiado literal a las reglas no escritas del "indie", con ciertos temas que solo son una diversion inútil o son demasiado genéricos, pero totalizando lo bueno soprepasa a lo malo por mucho. Ademas, me vino como anillo al dedo para esta situación y, como dicen los Delgados en su lista de discos favoritos, "la música muchas veces tiene que ver con donde te encuentra".

Lado B: y parece que la banda a la que he encargado la difícil tarea de sacarme del pozo emocional y hacer que disfrute con "corretear por la pradera" (como solía decirme ella) de nuevo es Simian. Y la verdad es que lo están logrando admirablemente bien. Su último disco, "We are your friends", es un perfecto disco soleado, para ojotas y bronceador. Parecen, como los definió un amigo, unos Beach Boys con los recursos de hoy. Sin embargo, la arrogancia en la voz en algunos temas y la urgencia y el hedonismo que se desprenden de ellos me recuerdan en algunos momentos a Suede, a los Stone Roses o a los Happy Mondays. Un disco de verano, liviano, alegre, sin compromisos, que llegó en el momento justo.