martes, abril 18, 2006

Yunques y Animalitos Graciosos.


Hablar del número 5 de Animal Man (“The Coyote Gospel”) y exaltarlo como uno de los mejores números unitarios (o de los mejores comics?) de los últimos 25 años ya es una perogrullada. Es decir lo obvio. Lo genial de ese numero es que estas observando una transmutación casi alquímica: Grant Morrison, que antes había escrito Animal Man como un comic de superhéroes mas despliega en este numero la primera gota de locura y originalidad que luego va a caracterizar a su recorrido entero. Es como que en este numero Morrison dice: “bueno...basta. lo de B’wana Beast era para agarrarle la onda al personaje, acostumbrarme, como cuando uno tiene la necesidad de caminar con unas zapatillas nuevas para darles la forma del pie. ahora puedo correr.”.
No habría sido exagerado, como en un viejo comic Marvel de los 60 poner en la tapa un cartel de colores chillones diciendo “y las cosas NUNCA serán las mismas!!!!”. Pero nadie lo hubiese entendido. Y hubiese desentonado con la magnifica portada de Brian Bolland. Pero habría sido lo mas cierto que se anuncio desde la portada de un comic en muchísimo tiempo. Porque a partir de ese numero, realmente, las cosas NUNCA fueron iguales.
Pero de lo que yo pensaba hablar no era de esto, sino del hermoso homenaje que existe en ese numero y de la estúpida parábola que contiene. Creo que nadie entendió los dibujos de la Warner mejor que Morrison. Porque en algún punto los dibujos siempre tratan sobre gente que quiere conseguir algo y no lo logra y los estupidos errores y mezquindades que lo evitan. Y siempre hay algo que sale mal a ultimo momento, algo estúpido e irónico que arruina el plan mas perfecto. Como los planes del Coyote. O piensen en el pobre Silvestre, eternamente cazando a Piolín.
Y así, el numero 5 de Animal Man funciona con ese esquema. El comic esta construido alrededor de un malentendido: nadie se da cuenta que el Lobo esta salvando a un mundo, lo matan, condenan a toda un universo y no se dan cuenta. Uno de los personajes siente que hace lo correcto. Animal Man no entiende nada (gran inversión: el superhéroe no entiende lo que sucede en su propio comic) y como no comprende, en el fondo no le importa. Un malentendido. Un error estúpido e irónico y sin sentido. Un dibujito animado.


Por otro lado, hace poco descubrí el número 32 de Saga Of The Swamp Thing. De hecho, lo que sucedió fue que rellene finalmente (a través de cbr’s) el hueco que tenia en la Swamp Thing de Moore. Un poquito antes de “American Gothic”.
La historia se llama "Pog" y es otro numero “stand – alone” maravilloso. Una de esas cosas que escriben en las previews tipo “great jumping on point for new readers!” (“gran numero de enganche para nuevos lectores” o algo así). No hay que saber nada de Swamp Thing, que encima casi ni aparece. No hay que saber nada de los números anteriores, no hay que saber nada de lo que va a venir. Solo esto. Y quizás te tiente a seguir leyendo.
Otro grandísimo homenaje, mirado a través de los lentes de la tristeza y la amargura, a una de esas series que nos dan ganas de haber leído de niños, que nos dan motivos para seguir vivos y que nos hacen creer que el mundo es perfecto, a veces.
Una nave con forma de tortuga baja a un pantano y de hay se bajan unas suertes de “funny animals” o animales antropomorfos envueltos en unos trajes espaciales muy extraños y que parecen buscar un reemplazo a su antiguo hogar. A partir de ahí, una fábula perfecta sobre la imposibilidad de adaptarse, el paraíso perdido y el “nunca puedes volver a casa”. Por momentos uno siente que Alan Moore esta escribiendo como si esto fuese 2000 AD en Louisiana y es magnífico.
Jeff Smithdebe haber llorado leyendo este numero.