lunes, octubre 30, 2006

Fuck This Band: o porque, todos ustedes, infelices, deberían escuchar Mclusky.

(Esto debería haber salido en otro lado y, además, ya estuvo colgado aquí brevemente. Pero el otro lado donde debería haber sido publicado no da señales de vida y yo no quiero dejar mi blog moribundo hasta que vuelva de Bs. As. Asi que...)

1) El cuarto desde donde escribo esto es un pequeño estudio / escritorio adosado a mi casa desde hace casi 10 años. Es la única habitación de la “parte de arriba”. Se sube mediante una escalera caracol que se encuentra al lado de la puerta de entrada del garage, puerta que utilizamos siempre.
Por la conformación de la casa, este cuarto termino siendo el más caluroso durante el verano y el más frío durante el invierno. Ninguna ventaja. Y aquí pasó gran parte de mi tiempo. En invierno y verano.
Cuando escribo aquí en verano, siento las gotas de sudor recorriéndome por la espalda, el calor que hace que la remera se me moje y se me pegue al pecho. Los mosquitos que me pican en las piernas. El ventilador que tira aire aun mas caliente que el que ya me rodea.
Así fue mi último verano, y la banda sonora, lo que mas escuche durante todo ese tiempo fue Mclusky. Excelentes condiciones para escuchar Mclusky, ya que es uno de esos grupos que da la sensación de estar tocando desde una habitación cerrada, sin aire acondicionado y con una ventilación terrible. Pareciera que quieren tirar las paredes de la sala de ensayo a puro ruido y molestia. Pareciera que son 3 orangutanes enfermos destruyendo un estudio de grabación.
Y esa fue mi banda de sonido de todo febrero. De días en los que tenia que estudiar frente a esta computadora, con el calor que no me dejaba respirar y de noches donde bebía mas de lo necesario.



2) Mclusky ya no existe. C’est fini. Se acabo. Hace como un año salió un escueto comunicado en su página web diciendo que habían decidido terminar todo por “motivos personales” y que todos los miembros ya estaban abocados a otros proyectos. Yo los conocí 6 meses después de esto, aproximadamente, y de nuevo la tristeza de escribir sobre algo que no existe mas, de intentar darle forma a algo que ya se acabo, de delinearlo con palabras cuando no pudiste vivirlo.
Mclusky era una de esas bandas que jamás podríamos haber visto en vivo, al menos no en Argentina. Es uno de esos grupos que eran demasiado frescos, que significaban algo. Que estaban vivos, en definitiva. Y ahora que están muertos no puedo evitar sentir el shock eléctrico cada vez que pongo “Mclusky Do Dallas”. Ver un show de ellos debía ser una de esas experiencias que no se olvidan mas, como un resabio prehistórico, como una escena de “La tierra que el tiempo olvidó”. Lucha de titanes que destruyen pequeñas aldeas de habitantes antediluvianos con sus garras y que desde arriba parecen Dios mismo.
De como 3 muchachos flacuchos y con pinta de trabajadores del carbón de Gales pudieron llegar a explotar de ese modo, como lograron ese ataque sónico, no lo se, no puedo comenzar a explicarlo. Al principio se les notaban las ganas de ser como Albini. Durante toda su carrera, en realidad. Y durante mucho tiempo se les reprocho eso, mucha gente no se acerca a Mclusky por miedo a que sean “otra copia de Big Black”. Y un poco de eso existe. Se nota que en Gales no hay demasiado que hacer, que las ovejas pululan por los invernales campos, cubiertos de nieve que no se termina de fundir nunca. Y que cuando se funde se transforma en barro. Y frente a eso, los jóvenes galeses tienen 3 opciones: o trabajan bajo tierra, con el calor agobiante; o juegan al rugby; o se obsesionan con bandas ignotas. Con Kevin Ayers por ejemplo. O con Big Black.
Hay que agradecer que el hastío de las pequeñas ciudades, de las pequeñas provincias produzca este tipo de residuos que buscan exteriorizar el desasosiego que producen los días grises eternamente iguales. Si, como alguna vez dijeron de Joy Division, su música era la expresión de la tristeza de vivir en un lugar industrial y horrible como Manchester, los de Mclusky pareciera que cambiaron la tristeza por la furia. Otra manera de escapar del vacío existencial que produce vivir en una ciudad cuyo centro puede ser recorrido a pie en quince minutos.



3) Mclusky empezó siendo eso: Cabeza. Minimalista. Pero con el paso del tiempo fueron adoptando una serie de matices que los volvieron algo muy distinto de otra banda neandertal golpeando sus parches como si no hubiese mañana.
Su primer disco se llama “My Pain And Sadness Is More Sad And Painful Than Yours” y desde el mismo titulo nos da la pista de que va la cosa: un disco de nenes caprichosos, dispuestos a afirmar que lo suyo es lo mas terrible del mundo...”mi dolor y tristeza son peores”, “no, los míos son peores”, “los míos por infinito!!!”... una competencia ridícula entre dos amigos de 10 años. Y un poco a eso suena: un disco corto, en el que pelan poco, pero que sirve como un delicioso aperitivo para lo que vendría después. Mclusky se revela en este disco como ese compañero molesto de secundaria que te hacia “guri guri tres piñas” a cada oportunidad y te tiraba bolitas de papel por la espalda. Mojadas con saliva.
Su segundo disco se llama “Mclusky Do Dallas”. Aquí ya no son nenes de 10 años, son adolescentes estúpidos de 16. Al escuchar el disco es inevitable que a uno le venga la imagen a la cabeza de un montón de vaqueros borrachos, transportados en el tiempo de una cantina de principios del siglo XIX a la Dallas actual, sin entender nada de las luces, los autos y la gente, atacando todo lo que se les cruza porque piensan que son visiones del demonio, matando gente, destrozando semáforos, pateando tachos de basura, escupiendo transeúntes, meando vidrieras de ropa de mujer, mutilando policías, violando monjas, pateando perritos, etc et ad infinitum.
El otro día hablaba con un amigo, que me decía “el rock tiene que ser estúpido, la estupidez en el rock es una de las cosas que lo redime”. Y bueno, Mclusky logra la hazaña de ser estúpidamente inteligente. Este disco, donde los produce –gloria y loor!- Steve Albini asemeja a un gran “FUCK YOU” (o “FRAG YA!”) en contra de todo los que les molesta, aunque sea ligeramente. Pero por debajo de su estúpido ataque de guitarras, bajo y batería, sin sutilezas, uno tiene la impresión de que los Mclusky también son tipos cultos, leídos, que han compartido aulas con los miembros de Gorky’s Zygotic Mynci, solo que la cerveza y la destrucción los divierte mas que los libros (que están destruidos) y las películas que tienen en sus departamentos. Y te invitan a compartir su alegre estupidez adolescente. Cualquiera que me diga que no tiene ganas de poguear como un imbécil con “No New Wave No Fun” tendría que chequear su corazón y su presión sanguínea, porque probablemente este muerto.
Pero debajo de esa estupidez hay una arrogancia maravillosa, un sentimiento de: “si, parecemos trogloditas, pero SABEMOS (no lo creemos, no lo intuimos, SABEMOS) que somos mejores que ustedes, idiotas, que nunca van a poder armar una banda ni con la mitad de las pelotas y el sentimiento que esta”. O, para decirlo en sus propias palabras: “Mi banda es mejor que tu banda / tenemos mas canciones que una convención de canciones/ cantalo!/ mi amor es mas grande que tu amor/ cantalo! / mi amor es mas grande que tu amor/ cantalo! / y todos nos estamos yendo al infierno”.
Y así llegan al 2004, con su tercer disco, que da la impresión de ser un disco de post-adolescencia, un disco de tarados de 20 años que se la pasan fumando porro y jugando al playstation. Se podría decir que es un disco maduro (naaaaah, veo eso y tengo que borrarlo, gracias a dios Mclusky nunca maduraron, una gran lección para las bandas que siguen sacando discos a los 60 años: “live fast, live stupid, leave a scarred corpse”). Otra vez producido por Steve Albini.
Su nombre es: “The Difference Between You And Me Is That I’m Not On Fire”. Otro gran titulo. Y paradójico...además. Porque parecería que los que están en fuego son los Mclusky. O sea, imagínense esto: 3 tipos en un estudio tocando hasta que de pronto la guitarra hace cortocircuito, saltan chispas, se le prende fuego al aislante del estudio, y los tipos siguen tocando, no importa nada, de hecho, contribuyen a la destrucción: adiós guitarras, patean las paredes, se arrojan estuco ardiente, levantan el tacho de la bata y lo lanzan contra las luces, destrozan el estudio, con ellos adentro, y lo único que queda son cenizas. Pero en el medio, en algún lugar, quedo una cinta con un disco increíble.
Quizás el mas equilibrado de sus 3 álbumes, “The Difference...” tiene desde canciones hermosas (indie!) como “She Will Only Bring You Happiness” hasta canciones claustrofóbicas, asfixiantes, como “You Should Be Ashamed Seamus”, 4 minutos cuarenta segundos que demuestran la veracidad de aquella máxima Lydoniana: “Anger is an Energy”. O la fabulosa, increíble, “Forget About Him, I’m Mint”, que tiene una de las mejores letras absurdistas de la historia de la música rock estúpida: “Everywhere I go I wanna travel by X-Wing”.



4) Y ahora es otoño, las hojas ya caen de los árboles, este cuarto donde termino este artículo es mucho mas frío que los ardientes días de verano donde lo comencé. Pero sigo escuchando Mclusky de forma obsesiva. A pesar de que ellos ya no existan, de que el mundo, de golpe, se haya vuelto un lugar un poco mas oscuro por su desaparición, un lugar donde la música sin sangre y sin espíritu triunfa mientras que piñas en la cara llenas de alegría, arrogancia, irresponsabilidad y CORAZÓN, sobre todas las cosas, como estos 3 discos pasan (casi) desapercibidos.
Y lo peor de todo el asunto?. Nunca poder verlos en vivo. La música de Mclusky esta diseñada para eso, para saltar en un lugar apestoso, lleno de gente y tirarse desde el escenario para que te alcen y te dejen caer, para bailar sobre un piso lleno de sudor y cantar las canciones sin aliento. No es una música para compartir con tus amigos una noche tranquila, tomándose unos whiskies. Es el anti domingo, el anti otoño.
Por eso mismo, esta noche, voy a poguear, solo, en mi living, golpeándome con las sillas y las mesas, las paredes y los sillones, los escritorios y las puertas. Destruyendo mi cuerpo en un frenesí de alegría y adrenalina.
Como homenaje. Ellos lo hubieran querido así.